miércoles, 12 de marzo de 2008

EL PORQUÉ DE LOS IMPULSOS IRRACIONALES

En ocasiones hacemos las cosas y no sabemos muy bien a qué responde nuestra actitud. Hoy es blanco, pero seguro que mañana es negro, o gris. Tal vez sea debido a que, en el fondo, somos unas veletas zarandeadas por los vientos de la incertidumbre que no nos dejan creer que el destino lo maneja nuestra mente.
Escoger una vez más ese texto que se adivina imposible de descifrar, que defrauda antes de abrir las tapas que lo custodian. Sí, caemos a menudo en ese error (?) sin poder evitarlo (¿quién dijo miedo?). Y es en un instante determinado, no se sabe muy bien por qué, cuando se conjuran los astros, el azar se pone de nuestra parte (o de la del libro, nunca se sabe) y el momento mágico se produce.
Rayuela se descubre como un tersoro escondido tras los cartones descosidos y maltratados de una edición del 78. ¿Por qué ahora, en este preciso segundo de mi vida, me decido a reabrirlo y, esta vez sí, leerlo? Tras varios días de carreras de impulsos eléctricos neuronales creo que he dado con la clave, con el quid de la cuestión. Ha sido precisamente la vida de esa deicisiva edición la que me ha abierto las puertas al mundo imaginado por Cortázar / Oliveira. Las manos que han dejado manchas en las cubiertas, los suspiros acumulados entre líneas, las lágrimas por la muerte de Rocamadour (¡qué molesta estoy con ese capítulo!),... me repito, la vida, mala o no, que se le ha dado a ese libro, a ese y no a otro, es la que me ayuda a avanzar.
Gracias J. J.