jueves, 10 de enero de 2008

LIVIANDAD





Ligera como una pluma. A cada golpe de cadera me desprendo de un velo más, cual bailarina oriental. Las vendas que cegaban estos ojos se han ido cayendo a la par que las hojas de los árboles. El frío invierno ha despertado la sensibilidad de la piel y por fin siento con consciencia.
Alguien dijo una vez que si en el año que ha pasado no has llorado de tristeza o de alegría es un año inútil. El dolor ayuda a que crezcamos siendo más fuertes, a impermeabilizarnos ante las lágrimas más que probables si ponemos el corazón en todo aquello que llevamos a cabo.
Los pensamientos estaban totalmente desordenados en este cajón de sastre, pero poco a poco van aflorando y en su conjunto empiezan a estar claros. La niebla se está disipando y por fin luce el sol. Ya no llueve. Ya no sobra nada Y siento que he cambiado, que he aprendido. Nunca es demasiado.

1 comentarios:

krisish dijo...

Parece que hay cierta conexión telepática entre nosotras, ya lo verás más adelante.
Estoy inmersa en un nuevo proyecto pero me da miedo lanzarme.
Quizá sea esta una señal.
Un saludo.