miércoles, 2 de diciembre de 2009

BAJO TIERRA


Como la boca del Averno.
Un Cerbero incluido en el pack.
Monedas para pagar el viaje de Caronte...

Me sumerjo bajo la tierra horadada con ansia. Ansia de ganar tiempo, ansia de favorecer el movimiento frenético de la urbe, ansia de ser ubícuos, ansia de poder con todo.

Cada día es distinto aunque la gente que me acompaña sea la misma. Los rostros cambian, sí, pero las actitudes permanecen inmutables. Y eso que yo busco, rastreo los cambios que deseo sean posibles, pero no hay manera.

En ocasiones me gustaría transfigurarme en uno de esos ancianos de cuento con moraleja, y mostrar que el egoísmo no es más que una falta de respeto hacia los demás. Pero, ¿quién me creo yo para dar lecciones de nada?

Mi labor está en la pura documentación visual, archivos que pasan a la memoria y que allí se quedan dejando de ser mera anécdota para convertirse en absoluta constatación de la realidad.

Tengo miedo. No me avergüenza confesarlo. No me asustan esas noticias que no dejan de destilar violencia audiovisual. Me dan miedo ellos.

Y sé que no puedo hacer nada por ayudarles, que en el fondo se trata de eso. Todos estamos perdidos en la vida pero cada uno lo manifiesta como quiere o como sabe. Otras veces quisiera ser un pescador con botas gigantes y caña presta a la rápida recogida de los que se ahogan pero ni siquiera lo saben.

¿Y por qué yo?, me pregunto tan a menudo que la frase ha dejado de ser un pensamiento para pasar a convertirse en un bucle. ¿Por qué no apretar el botón de pause? Siento defraudaros pero esa respuesta no la encuentro en el cajón de soluciones para todo. Ya quisiera yo...

Mi labor está en la pura documentación visual, archivos que pasan a la memoria y que allí se quedan dejando de ser mera anécdota para convertirse en absoluta constatación de la realidad.

Pero no os penséis que por ésto no me gusta el subterráneo. Las posibilidades que ofrece el medio de transporte son infinitas cuando de imaginación se trata. Desde la aventura de adjudicar al azar historias ideadas entre Sol y Gran Vía hasta la escucha de Artistas que no entienden de leyes, pasando por una moda creada para la ocasión, pensada según las corrientes de aire de las pasarelas de Núñez de Balboa.

Un día se acomodan a mi lado tres mariachis que hablan por teléfono con susurros de amor y escuchan las canciones más charras en un viejo mp3. Mañana, un pequeño que enseña la lengua, cómplice con la única persona del vagón que le presta un mínimo de atención. Ayer habrá sido un hombre absolutamente ebrio que chilla proclamas y pega patadas a todo aquel que le ignore: házme caso, tal vez sea el más lúcido de todos los habitantes del subsuelo.

Cada vez me gustan más los zapatos. No olvides sacar brillo a tu mejor par.



Como la boca del Averno.
Un Cerbero incluido en el pack.
Monedas para pagar el viaje de Caronte...


* Imagen Don´t be a jerk: http://www.frkncngz.com/

2 comentarios:

krisish dijo...

He vuelto, por fin soy libre (el domingo hice el examen de japonés).
Me ha encantado este texto, con las repeticiones dando el ritmo adecuado.
Ah, a mi también me gustan los zapatos..

un beso

bolboreta dijo...

Hontōni arigatō gozai masu, Krisish, fiel lectora.
Kisu!